4/2/10

Cursus Honorum: Introducción.


Saludos de nuevo!!!
Tras el descanso obligatorio que nos hemos tenido que tomar, por razones que todos conocéis, volvemos a la carga. En cuanto a fechas del vivo, ya lo iremos viendo, y lo mismo en cuanto a retomar vuestros personajes, las inscripciones y todo el tinglado. De momento, voy a ir subiendo nuevos artículos de ambientación, y según vuestras respuestas, ya iremos dando más datos de intendencia. Convendría que os sindicárais a la página, si es que no lo estáis ya, para leer puntualmente las novedades.
Comenzaremos con un tema muy importante para el vivo y que os afecta a todos, La política.
Para no agobiar, dividiré el tema en varias partes. Hoy os hablaré de temas generales a modo de introducción, para que sea más fácil cuando empiece a describir todos los escalafones del Cursus Honorum, la "carrera hacia el honor". Es muy importante que todos conozcáis este tema, pues la mayoría o sois senadores de distintos escalafones o familia de ellos o tenéis tramas que os implican con alguno.
Os subo una imagen que representa a senadores reunidos. Prestad atención a los zapatos (calceus) del que está en el lado derecho y en primer plano. Son los típicos zapatos rojos de los senadores, que debereis intentar reproducir aquellos que tengáis que llevar dicho atuendo.

CURSUS HONORUM: Generalidades.

La carrera política durante la República Romana recibía el nombre de cursus honorum. Se debía de poseer al menos 400.000 sestercios (3.600.000 €) para optar a la carrera política (o incluso otras fuentes, indican que 400.000 era la cifra para ser nombrado caballero y un millón de sestercios para senador) y una edad y escala social adecuada. Se podía iniciar a los 32 años y había edades mínimas para los cargos.

Debido a estos estrictos requisitos, estaban los pedarii (los que "votaban con los pies"), senadores que no podrían optar jamás a un cargo relevante o con Imperium y relegados a ser los últimos a hablar en las sesiones del Senado. De hecho, se medía la fama familiar por el número de cónsules en la familia y se presumía de ello, en los atrios de las domus, con máscaras de los mismos.

Cada magistrado que pretendía ser elegido presentaba unas propuestas de gobierno o intenciones con las que aseguraba que ejercería el cargo, especie de programa electoral, llamado entonces edicto. Los candidatos se hacían acompañar de un nomenclator, personaje que les recordaba en un susurro los nombres de los ciudadanos con los que se encontraban por la calle (y de ciertos datos útiles, como si tenían enfermos en la familia, el nombre de mujer e hijos, si les era favorable o no, etc.). Ciertos grandes hombres como Cicerón, Hortensio y Craso no los necesitaban.

Las campañas electorales eran aún más cansinas que en la actualidad, habiendo toda la parafernalia conocida, besos a niños y eslóganes llamativos. Se usaba la propaganda electoral y los repartos gratuitos de comida, incluso entre los más honorables. Se conservan aún vasijas de estos repartos a nombre de Catón, el más virtuoso de los contemporáneos en juego.

Aunque las candidaturas se presentaban en diciembre, las elecciones comenzaban oficialmente el 6º día de Quintilis (Julio), aunque todo el año parecía que se estaba en elecciones. Los cónsules se presentaban habitualmente en candidaturas por parejas, complementándose para alcanzar más votos, cosa muy útil pues los ciudadanos poseían 2 votos cada uno. No tomaban su cargo hasta meses después de ser elegidos, habitualmente en enero del año siguiente.

La política romana estaba dividida en magistraturas, que se caracterizaban por ser anuales, honoríficas (no se cobraba) y colegiadas. Las magistraturas se dividían en: magistraturas mayores o curules (Cónsul, Pretor y Censor), menores (Edil y Cuestor), y especiales (Pontifex Maximus, Dictador y Tribuno de la Plebe).

Colegiatura:

Era el principio de funcionamiento de las magistraturas romanas ordinarias (todas excepto el Dictador), por el cual debían ser desempeñadas por un número par de magistrados de iguales poderes, y que siempre debían ser como mínimo dos. Esto obligaba a los magistrados a actuar colegiadamente y de acuerdo, ya que uno podía vetar las decisiones del otro o de los otros. Así, existían dos censores, dos cónsules, de dos a catorce pretores, dos ediles curules patricios, dos ediles plebeyos, de dos a veinticuatro cuestores, y diez tribunos de la plebe. (Estos números fueron variando en los siglos de evolución política de Roma, desde la ciudad estado al Imperio, pero me he basado en los datos del final de la república para no liar al personal.)

Relaciones de clientela:

Se suponía que los “clientes” de los candidatos y sus aliados, les votarían. Las relaciones de clientela (del latín cluere, acatar, obedecer) consistían en acuerdos privados, y por ello fuera del control estatal, por los que una persona ponía sus servicios a disposición de un patrón poderoso (usualmente un funcionario, sacerdote o senador) a cambio de su protección. Todas las mañanas les iban a presentar sus respetos y quizá, a pedirles algún favor. En periodo electoral, tener clientes con influencia en grupos de gente, era necesario para conseguir ganar. También eran “usados” por los senadores para hacer negocios, ya que estaba prohibido el que ellos en persona los realizaran.

In Toga Candida

Los candidatos (llamados así por teñir con tiza blanca o cándida sus togas, para destacar entre el resto) hacían campañas agresivas y todos los años se convocaban elecciones, aunque algunos cargos sólo se elegían cada dos o más años. El soborno y compra de votos era algo muy habitual, aunque se intentaba hacer de forma más o menos discreta. No se sobornaba de forma individual, sino por sindicatos o collegia.

El día de las elecciones, se montaban tablados y rampas en el Campo de Marte, todo el mundo tomaba su tablilla de cera donde inscribía sus 2 votos en secreto. Los augures daban el visto bueno, se alejaban los epilépticos (morbus comitialis, de ahí el nombre de la patología), una legión se desplegaba a las afueras para prevenir ataques sorpresa, se leía la lista de candidatos, sonaban las trompetas, mientras se izaba la bandera en la colina Canícula y el pueblo de Roma, votaba.

Comicios:

Había diferentes tipos de convocatoria a los ciudadanos según el tipo de magistrado a elegir, pero como es un rollo, pondré sólo los datos más relevantes para el vivo. En los comitia había votaciones por centurias y tribus, pero aunque votaban todos (a dos nombres por cargo), el voto individual sólo contaba el total aportado por cada centuria y además, los votos de los ricos valían más que los de los pobres, en una especie de oligarquía. Para hacernos una idea, la primera clase copaba 70 centurias de las 193 totales.

De la asamblea curiata y la comisio calata no comentaremos nada pues no nos son relevantes. Los comitia tributa eran de las 35 tribus y decidían las leyes, básicamente. Nos dedicaremos un pelín a los centuriados, que elegían sobre los principados magistrados y temas de guerra.

El orden de las votaciones era vital, pues la centuria praerogativa (la primera en votar) era decisiva y sólo se sorteaba entre los más ricos, entre las clases sociales de ciudadanos (con derecho a voto). La sex suffragia eran las 6 centurias compuestas exclusivamente por aristócratas. Los caballeros eran una de las 3 primeras centurias en votar, elegido a sorteo. La gente se guiaba mucho por lo que hicieran los demás (se iba haciendo público el recuento tras cada centuria, lo que influía al resto) y por eso, muchas veces las clases más bajas, ni siquiera hacía falta que votasen, pues ya se había alcanzado la mayoría sólo con los votos de las clases más altas y no era necesario.

El nº de centurias varió con los años. Tomaré como referencia la votación para el consulado de Cicerón (13 años antes del vivo) y contaremos 193 centurias, como el total de grupos de voto en el vivo (si no cambiamos de idea, claro).

Bueno, esto es todo por hoy. Espero que os alegre la noticia del retorno y comencéis a animaros y a meteros de nuevo en el mundo de Roma. Agradeceríamos que fuerais confirmando la intención de seguir participando en el vivo.

Gracias por seguir con nosotros.

Óscar y Pili.