10/3/11

Los Nombres de los romanos.


Ave!!!

Esta vez comentaremos algo que os será imprescindible de cara a la interpretación y que consiste en conocer un poco cómo se denominaban entre sí los romanos. Os he copiado y modificado un par de textos que he encontrado por la red, incluso os dejo los links por si queréis ojearlos.

http://clasicoslatinos.blogspot.com/

Se hará referencia al período que abarca la era republicana y principios del imperio, (vamos, la época del vivo) ya que más adelante el tema de los nombres se fue modificando.

Advertencia imprescindible para tratar cualquier aspecto de los romanos de aquella época, es que debe recordarse que esa sociedad estaba fraccionada en patricios y plebeyos y que los primeros lo eran por linaje, detentando los derechos políticos y económicos. Por eso, cuando se habla de la composición de los clásicos nombres romanos, estamos hablando de patricios, por cuanto los de los plebeyos se reducían a las antiguas formas de un nombre propio y que tras mucho tiempo fueron incorporando el de familia.

Hecha la aclaración, dentro de la época que tratamos, vayamos a los nombres de los patricios masculinos, por cuanto los femeninos diferían de estos y los veremos más adelante. Los hombres tenían tres nombres clásicos, que eran, praegnomen, nomen, cognomen, La tria nomia, que en adelante llamaremos prenombre, nombre y sobrenombre, puede observarse en Marco Tulio Cicerón, Cayo Julio César o Publio Virgilio Marón. A estos tres nombres en algunos casos, como veremos, podían sumarse uno o dos sobrenombres, y en determinados casos, se agregaba una forma muy especial que era el agnomen.

El prenombre era el nombre propio de cada romano que corresponde a nuestro actual nombre de pila (por la pila bautismal). Los romanos no fueron muy originales en asignar prenombres, utilizaron muy pocos, siendo los más comunes Cayo, Marco o Lucio. A los primogénitos se les daba los tres nombres del padre, idénticos al del abuelo, bisabuelo, etc. Los otros hijos varones variaban sólo el prenombre. La nominación se efectuaba nueve días después y se registraba con una fórmula de abreviaturas. Entre estos tres nombres, el central era el de familia y corresponde a nuestro apellido. Pero aquella familia romana difería de la nuestra.

La familia romana, aparte del parentesco natural por consanguinidad, también estaba institucionalizada por la religión manifestada en los cultos propios del hogar, los lares y a los antepasados, los manes. Pero las hijas, al casarse, dejaban de ofrendar en la suya de sangre para hacerlo en la de su marido y sus antepasados. Esto llevaba a que sus hijos tendrían otro parentesco al de sus tíos y primos consanguíneos. Sin embargo, podían tener el mismo nombre de familia que sus antiguos parientes consanguíneos, por pertenecer a una misma gens.

El nombre gentilicio tenía la particularidad de la terminación en “io”, detalle que puede observarse en los ya citados y muchos otros, como Cayo Clinio Mecenas, Quinto Horacio Flaco, Marco Porcio Catón o en Cayo Octavio Turino. La gens también tenía carácter de cofradía por cuanto sus miembros no podían hacerse acusaciones públicas.

Los sobrenombres fueron apareciendo en los últimos siglos anteriores a Cristo y las razones del agregado fueron varias, por lo cual, en algunos casos llegaron a ser más de uno. Los más antiguos surgieron como apodos que luego, que en determinadas situaciones, pasaron a denominar una rama familiar a la par de la aparición de esta modalidad. Acorde con la evolución de intereses económicos y políticos, las nuevas generaciones fueron incorporando distinciones dentro de la gens a partir de un determinado descendiente que pasaría a diferenciarse de la descendencia sus hermanos.

Las fuentes por las que se adoptaban los sobrenombres eran muy variadas y llegaron a serlo por razones honoríficas. Como modelo puede citarse el caso de los Escipiones, rama de la gens Cornelia, dominante en la Roma de los siglos III y II a. C. El sobrenombre Escipión deviene de un Publio Cornelio Escipión del siglo IV a.C., al que le fue dado este sobrenombre por haber servido de scipo —báculo o bastón— a su padre ciego.

El indicado es un caso típico de apodo que fue utilizado también como identificación de una rama en una gens. Pero como también los sobrenombres tuvieron por origen títulos por honores, un Publio Cornelio Escipión, de los muchos que hubo desde aquel que hacía de lazarillo a su padre, fue vencedor de Cartago en la batalla de Zama, en el 202 a.C., dando fin a la segunda guerra púnica. Por vencedor de la potencia en la costa africana fue apodado por decreto senatorial como “El Africano”. Hubo otros por títulos como Cayo Pompeyo “Magno” (El Grande) ganado por múltiples triunfos militares. Los de títulos no pasaban a los descendientes.

El agnomen es una nominación que surge de una institución que era la adopción política que se efectuaba entre adultos. El trámite requería, por lógica, de un adoptante y un adoptado. Para ejemplificar vayamos a nuestro conocido Publio Cornelio Escipión Africano que adoptó a su sobrino, el joven Lucio Emilio Paulo, hijo de héroe militar y también lo será él, pero como Publio Cornelio Escipión Emiliano, por derecho de usar el nombre gentilicio, o todos, del adoptante y agregar el gentilicio de su familia, Emilio, que será el agnomen.

A título informativo cabe señalar que el destino quiso que este nuevo Escipión adoptado, también fuera vencedor de Cartago en la tercera y última guerra púnica en 146, arrasando la ciudad, contra su voluntad, por imposición del senado romano. Por su triunfo recibió el apodo de Africano menor. Años después, obtuvo otro apodo, el de Numantino, por su acción de arrasar, sin imposición del senado, a la hispánica Numancia en 133 a.C., después que los sitiados prefirieron morir a entregarse, según quiere más la leyenda que la historia. Así, se iban acumulando los apodos, resultando nombres verdaderamente largos y complicados, como los que lucen los reyes de hoy día (y eso que no existía el recurso de añadirle “y de todos los santos”). En el vivo tenemos el ejemplo de Quinto Cecilio Metelo Pío Escipión Nasica.

Hay otro caso de adopción que tuvo trascendencia política fundamental en la historia de Roma. Fue el padrinazgo de Cayo Julio César sobre su sobrino nieto Cayo Octavio Turino que adoptó el nombre de Cayo Julio César Octaviano, que luego será el primer emperador conocido por la dignidad imperial de Augusto.

El nombre de las mujeres se encuadra en la situación de las mismas en la sociedad romana, aún cuando con más libertades que las griegas. Pero de todos modos estaban supeditadas primero a la potestad de los padres y luego a la de los maridos. Las mujeres no usaban prenombre, se las llamaba por el nombre de la familia gentilicia. En caso de dos hermanas se diferenciaban por mayor o menor. Si había más, se le asignaba un sobrenombre ordinal.

La hermana de Lucio Emilio Paulo, padre del joven adoptado Escipión Emiliano, era Emilia, casada con Publio Cornelio Escipión el Africano. La hija de éstos será Cornelia. Se casó con Tiberio Sempronio Graco, del que enviudó y se distinguió por la formación de sus hijos, los tribunos de la reforma agraria conocidos como los “Gracos” Tiberio y Cayo que fueron asesinados. Una hermana de éstos, Sempronia, fue esposa de Escipión Emiliano.

Ya en el imperio fueron apareciendo sobrenombres femeninos referidos al linaje con la particularidad de la terminación en “illa” Un caso de valorización del linaje de la mujer fue el de la segunda esposa de Augusto, descendiente de la aristócrata familia Livio, mantuvo también el sobrenombre Druso de sus ascendientes. Esta mujer fue Livia Drusilla, madre de Tiberio, hijo de un matrimonio anterior, que fue sucesor de Augusto.

http://www.arqueologos.org/article.php3?id_article=168

http://es.wikipedia.org/wiki/Nombre_romano

Los nombres propios entre los romanos se otorgaban el octavo día después del nacimiento a las niñas y el noveno a los niños. Este día era denominado dies lustricus, y en él, el recién nacido era legitimado por su padre ante el hogar doméstico; esto se realizaba mediante la ceremonia de alzar al recién nacido del suelo (tollere filium) y tomarlo en brazos. En ese momento, tras purificarlos (lustrare) se daba el praenomen (equivalente a nuestro nombre de pila) a los niños, siempre coincidente con el de alguno de sus antepasados; a las niñas se les daba su nomen, siempre coincidente con el de su familia (gens). De este modo, las niñas de las gens Iulia (Julia) se llamaban todas Julia, y Cornelia las de las gens Cornelia, incluso con posterioridad a su matrimonio. Únicamente se les podía añadir un cognomen que correspondía a un numeral para distinguir su posición en el nacimiento: Prima, Secunda, Tertia, Minor. A veces se las denominaba por diminutivos, como Julilla o Lilla.

Los praenomina eran un catálogo reducido de nombres de manera que se identificaban fácilmente por sus abreviaturas:

Diminutivo

Nombre

Diminutivo

Nombre

A.

Aulus

Mam.

Mamercus

Ap.

Appius

N.

Numerius

C.

Caius (Gaius)

P.

Publius

Cn.

Cnaeus (Gnaeus)

Q.

Quintus

D.

Decimus

Ser.

Servius

K.

Kaeso

Sex.

Sextus

L.

Lucius

Sp.

Spurius

M.

Marcus

T.

Titus

M'.

Manius

Ti.

Tiberius

Los varones de edad adulta (y de clase noble) disponían de los Tria nomina ('los tres nombres'), de origen etrusco: el citado praenomen, el nomen correpondiente a su gens, y un cognomen, equivalente a un segundo apellido.

El gentilicium o nomen gentile, que ocupaba el segundo lugar indicaba el nombre de la gens (el linaje) a la que pertenecía el individuo.

El cognomen en origen es un mote que se adjudicaba por las más diversas razones: por un objeto asociado a una anécdota (Praetextatus = el de la toga pretexta; Scipio = el bastón; etc.); a un defecto físico (Caecus = ciego, Cicero = el garbanzo, Claudius = el rengo, etc.); a las victorias conseguidas (Africanus, Hispanus, etc.); o cualquier otra. Con el tiempo se convierte en un segundo apellido y pueden añadirse otros cognomina; por ejemplo, una rama de la familia Cornelia es la de los Cornelios Escipiones. En caso de individuos de la misma familia, en especial padre e hijo con el mismo nombre, se recurría a las designaciones auxiliares de maior y minor.

Esta nomenclatura sólo servía para quienes fueran liber (libre) o ingenuus (hijo de libre); los esclavos, libertos y extranjeros tenían otros usos. Los adoptados tomaban los nombres de los adoptantes y, bajo la forma en -anus, el de su propia familia. El esclavo emancipado tomará los dos primeros nombres de quién lo libere y los antepondrá al propio.

Ejemplos:

  • Publius Cornelius Scipio Africanus maior, padre de:
  • Publius Cornelius Scipio, hijo mayor del primero y padre adoptivo de:
  • Publius Cornelius Scipio Aemilianus Africanus minor
  • Julia (hija de Julio)

Resumiendo:

En los hombres:

Nombre+Gentilicio (Gens o familia)+ Apodo o rama familiar.

Ej. Marco Tulio Cicerón. Marco es su nombre de pila, Y el resto indica que es un Tulio (familia o gens, descendiente del famoso rey Servio Tulio) de la rama Cicerón, que a su vez fue un antiguo mote (garbanzo), que dio nombre a esta rama familiar. Sus más cercanos le llamarán Marco, los más distantes, Cicerón (que es como prefiere hacerse llamar, debido a su originalidad) y los esclavos y plebeyos, Dómine Tulio o similares. Si fuera el año de su consulado, también podría ser denominado por su cargo: Cónsul Cicerón. En fin, casi como hoy día. Es curioso el caso de un censor de la época, que fue cónsul durante la revolución de Espartaco y a los dos años, llegó a este cargo, uno de los más respetados de Roma. Se llamaba Lucio Gelio Poplícola (o Publícola) pero sus más cercanos, apocoparon su cognomen Poplícola (amigo del pueblo) a Popi, nombre que parece más de una mascota que del encargado de la moral del pueblo romano.

El nombre puede ser muy útil para demostrar los sentimientos que se tienen hacia la persona a la que uno se dirige y según la denominación que use el interlocutor, se podría llegar a conocer si es un amigo, enemigo, si honra o burla al personaje que nombra. Intentad tener claro cómo llamaréis a los demás durante el vivo, al menos, a priori, pues con los pactos, se limarán o surgirán asperezas, que harán cambiar la imagen que tenéis del personaje con el que estáis hablando.

Me han preguntado sobre Cleopatra y creo que la mayoría, debería de dirigirse a ella como Majestad o similar. Su Dama, le hablará con algo más de familiaridad y quizá algún personaje que le haya prestado algún servicio, como Marco Antonio (No, aún NO es "ese tipo "de servicio...hablo de cuando le ayudó a su padre con su ejército a reinstaurarse en el trono, cuando su hermana Berenice se lo arrebató). Otra cosa es que el personaje os deje llamarle de otra forma o que deliberadamente, como digo arriba, deseéis insultar...hecho que corre a vuestra cuenta y riesgo.

Recordad también que hay militares y Senadores y se les puede tratar por su cargo, sobre todo si se quiere indicar respeto o distancia social. Los esclavos, usarán "Domine/Dominus" o "Domina" y el Nomen de su amo, excepto si el dueño decide "rebajarle" el tratamiento, por gran confianza, cercanía, etc.

Ejemplos de apodos: Sila=Tez rojiza. Rufo=Pelirrojo, Numídico=conquistador de Numidia, Nasica=Narizotas, Estrabón=Bizco, Magno=Grande.

No hay comentarios: