Este artículo es interesante para esclavos, para que conozcan un poco su duro estatus, como para los dueños, y el conocer cómo tratarlos. Recomiendo el primer capítulo de Roma (la serie de HBO), en la que sale una escena reveladora: Octavio es manchado levemente por un esclavo mientras habla con su amada madre, y sin dejar de hacerlo o mirarle si quiera, le suelta un bofetón (de esos del revés y muy elegantemente) que lo deja muñeco.
ESCLAVITUD EN ROMA
La sociedad romana, a lo largo de toda la historia de su dominio sobre el Mediterráneo, Europa, África y Asia, fue esencialmente esclavista, y tanto su economía como su estructura social se basaba en un sistema de clases donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad.
La economía romana, como su sociedad, dependían del trabajo de esclavos, que eran fundamentales en los latifundios, minas e industrias. Esta economía aumento a partir del siglo II, gracias a las victorias de Julio César, que puso en subasta a aproximadamente un millón de esclavos durante la Guerra de las Galias (58-51 aC.) En Delos, llegaron a subastarse hasta diez mil esclavos en un solo día. La gran afluencia de esclavos provenientes de las batallas, hacía bajar considerablemente su precio. En la imagen de la derecha se ve una escena de venta de una bella esclava.
Delante del templo de Pietas, estaba la columna lactaria, donde eran depositados los bebés abandonados para que alguien los adoptara. Esto casi nunca ocurría, si no que los recogían personas que los convertían en esclavos si eran hombres, y en prostitutas si eran mujeres. Los niños inútiles, deformes o débiles eran eliminados. El niño adoptado tomaba el apellido del nuevo padre y los libertos tomaban el nomen de su dominus.
Cuando una esclava tenía un hijo, era responsabilidad de su amo aceptarlo en la familia. Que lo matara, si no era aceptado, no estaba mal visto, aunque en época republicana tardía ya no se veía bien, aunque seguía realizándose a veces.
Los esclavos de ciudad solían tener familia y una gran autonomía.
Manumisión, en la antigua Roma, es el nombre que recibía el proceso de liberar a un esclavo, tras lo cual se convertía en un hombre libre o, incluso, en un ciudadano romano con plenos derechos. Podían lograr la manumisión de diferentes formas:
- Con su propia muerte - bastante irónico - cuando lo liberaban para que tuviera un entierro de hombre libre.
- Per testamentum: Con la muerte de su amo, en cuyo testamento solían liberar a sus esclavos como muestra de generosidad. Cuando eran liberados de este modo, se les dejaba alguna propiedad o dinero.
- Comprando su libertad, ya que después de haber pasado años de intermediario de su amo en los negocios, podían ganar un peculio.
- Per vindicta (juicio): Por declaración ante un magistrado. Amo y esclavo defendían su libertad ante un magistrado. Si era aceptada, se le ponía un bastón en la cabeza como señal de su libertad.
- Per Ecclesia: Cuando interviene la Iglesia pública y se le libera durante ciertas fechas de culto, como las Saturnales.
- Formas no solemnes: En la casa se le consideraba libre y podía compartir la mesa (Per mesom), o ser liberado por carta (Per epistolam), etc. Aquí se incluyen las liberaciones de algunos gladiadores muy famosos, que conseguían su libertad por aclamación popular, tras un gran número de combates invictos.
Muchos emancipados permanecían en sus casas haciendo las mismas labores, aunque con mayor dignidad.
Los esclavos eran propiedad absoluta de su dueño y se consideraban objetos respecto a la ley. Carecían de personalidad jurídica, de propiedad y hasta de familia propia, porque su matrimonio, aún conseguido con el permiso del amo, se consideraba un simple concubinato, y los hijos eran propiedad del amo. Los esclavos domésticos eran recibidos con una ceremonia, y se les purificaba echándole agua sobre su cabeza.
Funciones: Eran muy diversas o podían estar especializados en algunas tareas en particular. Ayudaban al amo a ponerse la toga, pues era una labor de gran complicación. Cuidaban del aspecto, maquillaje y peinados de las damas. Eran los encargados de recibir a los invitados, recogerles la toga y los zapatos y ofrecerles un baño caliente o un lavado de pies. Los más guapos y de mejores modales servían la comida vestidos de colores vivos, que contrastaban con sus cabelleras, con las que a veces sus amos se secaban las manos durante el banquete. Los más agraciados servían el vino y cortaban los manjares mientras que los que limpiaban los platos y recogían las mesas iban peor vestidos. A cada invitado, se le adjudicaba un esclavo servus ad pedes que permanecía a sus pies. Los que nacían como esclavos y eran educados, formaban una clase privilegiada entre la servidumbre. No se les permitía entrar a representaciones teatrales, pero eran enviados a “hacer cola” y reservar los mejores asientos para sus amos.
A los esclavos se les adjudicaban las tareas de acuerdo a su nivel cultural. Había muchos esclavos griegos de gran cultura, que hacían desde tareas administrativas hasta educar a los hijos. Incluso algunos eran secretarios personales de sus amos e incluso les ayudaban en las campañas electorales. Dentro de esta función, había unos especializados en susurrar a sus Dominus los nombres, relaciones familiares, cotilleos diversos, etc. De aquellos que se le acercaban, para que el candidato pudiera saludarles adecuadamente, preguntar si su hijo estaba mejor de las fiebres o si su esposa ya había vuelto de su villa. Era el nomenclator, aunque algunos personajes, no los usaban, como Cicerón o César, pues tenían una memoria excepcional.
A los esclavos se les podía poner un collar con una placa en la que se leería “tenemene fucia et revo cameadomnum et viventium in aracallisti” traducido como "detenedme si escapo y devolvedme a mi dueño". Se solía grabar también el nombre del dueño tras esta frase, pero los esclavos mejor considerados, la llevaban bajo las ropas o incluso, las dejaban en la domus cuando salían.
Un tipo especial de esclavo era el gladiador, que eran considerados como esclavos a efectos legales, pero que si eran buenos luchadores, enardecían a la plebe y eran tratados como personajes famosos: La gente se peinaba como ellos, pues imponían modas, se hacían pintadas callejeras ensalzándolos, e incluso podían presionar a sus dueños para que fueran liberados. La plebe romana era muy convincente cuando deseaba. En la imagen a la izquierda, se ve a un gladiador, cuidado por un carísimo galeno (médicos de la época, si se les puede denominar así), que revela los cuidados que recibían estos esclavos con un estatus especial.
El precio de un esclavo nos llega a través de Catón, y sabemos que era de promedio unos mil quinientos denarios, siempre dependiendo de sus atributos personales, capacidades y conocimientos y de la abundancia o no de esclavos en el mercado. En el momento del vivo, aún no habían bajado demasiado los precios, pues el grueso de esclavos capturados por César y los suyos en Alesia, estaba por llegar.