19/4/11

Ejército romano II

Más información sobre el ejército romano.

La cadena de mando en las legiones:

Milites!!!!

Continúo hoy con algo más de información sobre el ejército romano.

La cadena de mando en las legiones. Resumen.

CARGO

AL MANDO DE…

CIFRAS

OTROS DATOS

GENERAL: Un único general comandaba 2 ó 3 legiones y no solía enviarse más legiones a la batalla

2 ó 3 legiones

Entre 10.000-18000 hombres

El Senado debía de autorizar el reclutamiento de nuevos legionarios.

LEGADO: Equivalía a los generales de los ejércitos actuales. Era el máximo mandatario de cada legión y estaba asesorado por 6 oficiales, los TRIBUNOS MILITARES.

Legión, compuesta por unos 4000 a 6000 hombres.

10 cohortes

60 centurias

4000 a 6000 hombres

Con la legión iban jinetes y tropas auxiliares de mercenarios.

PREFECTO: Comandante al mando de cada una de las cohortes de una legión. Si el legado se ausentaba, el prefecto más experimentado podía suplirlo.

Cohorte, dividida en unas 6 centurias y que estuvieron subdivididas en 3 pares (manípulos), aunque fue cayendo en desuso.

6 centurias

3 manípulos

400-600 hombres

Primus pilus: En la cohorte principal de las 10 que forman la legión, había un centurión extra, encargado de coordinar a los otros 6 centuriones con el prefecto.

CENTURIÓN: El cargo más importante en batalla. Estaba a cargo de una centuria y le asistían 5 suboficiales.

Centuria: Unidad básica de combate y su número osciló en cada época.

60 a 100 hombres

Suboficiales: Asisten al centurión: un optio (especie de capitán), un signífer (portaestandarte), un cornicer (corneta), un tessarius (administrador económico) y el aquilifer (portaba el Águila).

Las reformas de Mario acabaron con muchos problemas en la estructura del ejército romano, pero surgieron nuevos: Era necesario un caudillaje firme y que cohesionara a los soldados y que velase por ellos, para que los premios no faltaran. Esto hizo que el botín y las recompensas se convirtieran en lo más importante para los legionarios, relegando la autoridad del Senado a un segundo plano. Ello reforzó los vínculos de fidelidad entre generales y tropa y las legiones fueron usadas como instrumento para conseguir metas políticas personales. El hecho de luchar a cambio de recompensas, les convertía en poco menos que mercenarios y estaban dispuestos a enfrentarse a cualquiera que les fuera ordenado, incluso al Senado y a Roma. La legión se convirtió en un ejército personal.

Eran una perfecta máquina de combate, por varias causas: rígida disciplina, estrategias de combate cerrado, entrenamiento duro y su gran eficiencia y versatilidad (unidades pequeñas y organizadas: la centuria). Además, tenían una increíble capacidad de movimiento, llegando a moverse 50 Km/día. Los centuriones observaban las primera fila y cuando los veían fatigados, daban una orden y en una rápida coreografía, les sustituían los de la segunda fila, que hasta el momento, sólo habían lanzado jabalinas.

Para sobrevivir en batalla, la valentía de los compañeros, la disciplina y la camaradería eran vitales. Por ello, faltas ante estos valores, eran duramente castigadas.

De su escaso sueldo, pagaban unas cuotas para la ayuda mutua a una especie de colegio de su profesión, que les asegurara un entierro digno para que su alma no se convirtiera en un temido espíritu errante o lemur. En sus lápidas, vanitas vanitatum, se inscribían sus gestas guerreras.

La vida cotidiana en el campamento era muy activa: Entrenamientos, desplazamientos, ayuda a montaje y desmontaje del campamento, colaboración con los auxiliares en tareas de alimentación (incluso segar cereales) y sobre todo, construcción: De máquinas de combate, de vías para aumentar su velocidad de desplazamiento, murallas, puentes, etc.

Casi siempre había que cavar zanjas, recoger leña y comida, levantar parapetos y vallas, construir torres de vigilancia, montar y desmontar tiendas, etc.

Dentro de su equipo, llevaban todo tipo de herramientas para ello, lo que incrementaba su carga. Como iban más rápidos que los carros que portaban el material más pesado y la caravana de auxiliares y animales, se les hacía apretar el paso y aún exhaustos de la caminata o de la lucha, montar el campamento antes de que llegaran los más lentos. La veteranía era un grado y los más novatos, se encargaban de las peores tareas y las guardias nocturnas que interrumpían más el sueño.

Además, toda una constelación de personajes no ligados al ejército en sí les acompañaban, como parte de su negocio, sobre todo prostitutas, músicos y comerciantes diversos.

La religión formaba parte también de las legiones. Había festividades guerreras por excelencia, se hacían ofrendas y sacrificios antes y después de los enfrentamientos, etc. Los dioses, los numina o genios protectores, los manes (antepasados familiares deificados) eran toda la miríada de seres adorados por estos hombres. Para fomentar la cohesión del grupo, desde la cúpula de gobierno se animó al culto común. El águila de su emblema llegó a considerarse una personificación divina y por ello, la gran cantidad de superstición respecto a su pérdida o a la del animal emblemático de cada legión. Además, cada cohorte y centuria tenían sus propios símbolos.

Luchar hasta la muerte para defender estos símbolos religiosos, suponía combatir por los dioses a los que personificaban y por ello, las legiones no se reconstruían tras una derrota, aunque no se hubiera perdido el estandarte. Los supervivientes derrotados eran licenciados o reasignados a otras legiones.

Los arúspices y sacerdotes diversos, acompañaban a la legión, acompañados de sus aves (o las que capturaban por el camino). Antes de cada batalla, se consultaban los diversos augurios, mediante la observación de estas aves, de vísceras de animales sacrificados, y también observando los fenómenos meteorológicos. Tras ello, se rendía culto, se arengaba a los hombres y ya se podía comenzar la batalla.

Todos los soldados romanos eran bastante supersticiosos y si los augurios eran negativos, no se solía comenzar la batalla. A veces, se presionaba a los sacerdotes para que todo saliera según lo que el general deseaba. Se hacían diversos rituales propiciatorios, para que la batalla fuera exitosa y a nivel individual, cada uno tenía sus costumbres religiosas familiares que los protegían: Uso de amuletos, imprecaciones a sus manes y todo tipo de conductas supersticiosas.

La celebración de una ovación o de un Triunfo militar en Roma, concedido por el Senado en determinadas condiciones, era muy prestigioso para ellos y además, como el general estaba complacido, suponía algún tipo de ingreso extra.

1 comentario:

Pili dijo...

Hola!!
Como no hay forma de que la puñetera tabla me salga entera, copio aquí el texto de los cuadros que no se ven.
El Senado debía de autorizar el reclutamiento de nuevos legionarios.

Con la legión iban jinetes y tropas auxiliares de mercenarios.

Primus pilus: En la cohorte principal de las 10 que forman la legión, había un centurión extra, encargado de coordinar a los otros 6 centuriones con el prefecto.

Suboficiales: Asisten al centurión: un optio (especie de capitán), un signífer (portaestandarte), un cornicer (corneta), un tessarius (administrador económico) y el aquilifer (portaba el Águila).