28/4/11

Supersticiones romanas y adivinos diversos


Este artículo es un poco puzzle de diversas costumbres e instituciones, relacionadas con los métodos adivinatorios. Ya os hablé algo del augur, etc, pero creo que abundar en este tema puede resultar de interés para ciertos pjs y situaciones que puedan darse en el vivo, así es que ahí vamos!!

Supersticiones diversas:

Fortuna: Es la diosa Romana del destino, se la representa con el cuerno de la abundancia, es ciega y tiene un timón de navío o una esfera, símbolo de lo universal. NO representaba para ellos la superstición, sino que era una diosa más del Panteón y adorada desde tiempos remotos, probablemente desde época de Servio.

Los martes eran días nefastos, pues al estar dedicados a Marte, dios de la guerra, se pensaba que cualquier cosa de relevancia, podía acabar en desastre. De ahí la frase: Martes, ni te cases ni te embarques.

Los romanos creían que las serpientes daban buena suerte, por eso las pintaban en las paredes. Augusto las usaría en su imitatio de Alejandro Magno, haciendo una profecía posteventum sobre su nacimiento, en la que Atia soñaría con estos animales.

Nombre esotérico de Roma: Los nombres, en las sociedades antiguas, tenían un gran poder. Las tradiciones orientales hablaban de que aquel que conociera el nombre real de una persona, tendría un gran poder mágico sobre él. Por ello, los egipcios envolvían en cartuchos de protección mágica el nombre de sus reyes y reinas.

Tanta fuerza tiene esta tradición, que ha pasado a leyendas y cuentos como el de Rumpelstinkin.

Pues los romanos, no fueron menos y creían que el decir en voz alta el nombre esotérico de Roma (Roma dicho al revés=Amor), era un insulto a los dioses y se podían suceder calamidades tras citarlo.

Epilepsia

De epí-lambáno dicen todos los etimologistas, que procede esta palabra. La preposición epi significa sobre, encima, por oposición a hypó = debajo. Como prefijo, puede funcionar de intensificador. Si pasamos a lambáno, el primer significado es tomar, y por derivación poseer, coger con violencia, apresar, ser poseído (por la enfermedad, por el furor, etc.). Ménos éllabe zymón = la ira poseyó su espíritu; tomar posesión de algo o alguien, ir contra alguien.

Hacer un repaso a los nombres y la consideración que ha ido teniendo esta enfermedad a lo largo del tiempo, puede ayudarnos a adivinar el significado de epilepsia. Morbus sacer (y también morbus divinus), es una de sus líneas de denominación. Significa enfermedad sagrada; su importante componente psíquico la sitúa en la categoría de las enfermedades divinas (zéia manía = divina locura). Aunque al adjetivo “sagrado” se le dio la vuelta completa y referida a males, significaba males o enfermedades enviadas por los dioses, es decir las más terribles.

A la forma más grave se la conoció también, en efecto, con el nombre de gran mal (y con el de pequeño mal a la más leve). Morbus herculeus, la enfermedad hercúlea, fue llamada también en la antigüedad, quizás por la extraordinaria fuerza, que desarrollan los enfermos bajo los efectos de un ataque de epilepsia. Se la llamó también en Roma morbus comitialis (enfermedad de los comicios) porque éstos se suspendían en cuanto alguien de la asamblea caía atacado por la epilepsia. Al que sufría de esta enfermedad o caía fulminado por un ataque se le llamaba comitialis (compartía nombre con el homo comitialis, que era el votador profesional, que vendía su voto en los comicios).

A la misma línea pertenece la denominación de morbus sonticus, que significa enfermedad grave (referido en especial a la epilepsia); el morbus sonticus, era en general toda enfermedad lo bastante grave como para constituir una excusa legal que justificara la gran superstición de los romanos (lo más probable es que tanto en cuanto a los comicios, como en cuanto a los juicios, la suspensión ante un caso de epilepsia se debiera al citado carácter supersticioso de los romanos, que lo considerarían una intervención divina, para castigar sin necesidad de juicio –sons, sontis significa perjudicial, nocivo, culpable, criminal-). Se la llamaba también morbus caducus (y caducarius o caducus homo al epiléptico) probablemente en el sentido que actualmente damos a la expresión "enfermedad terminal", enfermedad que lleva a la muerte. Muchos nombres para una enfermedad.

Si tenemos en cuenta que epileptéuomai es estar poseído de furor; epileptós es el cogido in fraganti, el que es atrapado por un gran mal, el epiléptico; y que epileyiv es la acción de coger a alguien, de tomar posesión de él, bien puede ser que los griegos pensaran en el fenómeno de la posesión, al denominar la epilepsia y que los romanos les siguieran a su manera. Y los judíos entendieran de esta última forma a la epilepsia, ya que interpretaban los ataques de epilepsia como manifestaciones de la posesión diabólica; creencia que pasó al cristianismo y se intentó remediar mediante exorcismos.

Adivinación:

Había dos tipos, la “inspirada” o sortes, de influencia Griega. No estaba muy valorada entre los romanos, excepto los Libros Sibilinos, máxima expresión de este tipo de mancia.

El otro tipo era considerado más una técnica que un arte mágico, era la adivinación inductiva o deíctica, basada en la idea de que los hombres eran capaces de conocer la voluntad divina si sabían interpretar correctamente sus señales, que podían ser desde la caída de un rayo, ruidos extraños o el nacimiento de un ser deforme. Estaba regulado por el ius augurale o derecho augural, que explicaba de forma precisa el significado de cada señal observada.

Cuando esta señal se manifestaba de forma auditiva, se hablaba de omen y solía achacarse a una homofonía o a algún juego de palabras. El más famoso es de de Craso que oyó como un vendedor de fruta dijo “cauneas!” (higos de cauno), homófono de la expresión “Caue ne eas!” (¡cuidado, no vayas!), pero Craso no les prestó atención y sufrió una tremenda derrota en Carras frente a los Partos, en donde perdió su vida y murieron miles de legionarios romanos, entre los que también se encontraba su hijo, dejando viuda a la futura Quinta Pompeya.

Era mucho más habitual el recibir señales de tipo visual, conocidos como auspicium o contemplación de las aves, debido a que la ornitomancia era la forma más extendida de adivinar por medio de la vista. El más famoso es el de Rómulo y Remo cuando fundaron la ciudad (Tito Livio. Historia de Roma 1, 6-7).

Un tipo especial de señales divinas eran los prodigia, señales de mal augurio y que anunciaban calamidades o advertencias para el futuro. Para prevenir estas desgracias, se realizaban ceremonias de purificación incluso a nivel estatal.

Los etruscos, un pueblo de los primeros que conquistaron los romanos, eran conocidos por su dominio de este tipo de artes y sobre todo sus mujeres, como Tanaquil, la esposa del rey Tarquinio el Viejo (siglo VI a. C.).

Los más prestigiosos de los adivinos eran los augures, ligados al marco religioso público romano y organizados en un collegium.

Augures

La palabra augurio, que suele utilizarse comúnmente en la expresión "buenos/malos augurios", proviene de augur, nombre con el cual en la antigua Roma se designaba al sacerdote encargado de observar e interpretar los fenómenos celestes. Estos eran considerados símbolos de la voluntad divina. De esa manera, rayos, truenos o relámpagos eran interpretados como mensajes emitidos por los dioses. También en la adivinación del futuro, misión fundamental de los augures, se tenían en cuenta otros fenómenos considerados señales de la buena o mala voluntad divina: vuelo, nutrición y canto de los pájaros, movimientos de animales terrestres, incidentes producidos durante la observación, etc. Hay que mencionar que el pájaro, es un símbolo de la divinidad, representando su vuelo la ascensión desde lo terreno hacia lo celestial.

El augur era pues un adivino que interpretaba fenómenos naturales como presagios de lo por venir y de la voluntad divina. La voz castellana agorero deriva directamente del latín augur.

El augurio era la observación de los fenómenos citados y el resultado de dicha operación: la profecía, el presagio.

Los augures efectuaban sus observaciones en un espacio rectangular denominado auguráculo (en el Monte Capitolino), vestían la toga praetexta, con franjas naranjas (llamada también trabea) y su insignia era el lituus, especie de cetro con el extremo curvado.

La religión romana tuvo carácter esencialmente práctico. La finalidad era hacer propicios los poderes y las fuerzas de la naturaleza, que no obedecen a la voluntad humana. Por eso se nombraban magistrados, previa consulta a los dioses (auspicium), auxiliados por los pontífices. Para la interpretación del vuelo de las aves (augurium) y de la comida de los pollos sagrados (tripudium) actuaban los Augures que observaban el comportamiento de estos animales, que eran llevados en jaulas, en épocas de guerra, ya que eran especialmente indispensables.

Inauguratio: Toda actividad que se iniciaba o todo emplazamiento habilitado tras el consentimiento de los augures - una vez presagiada la buena voluntad de los dioses- se denominaba inaugurado. Se inauguraban así magistraturas, sacerdocios, fiestas, templos, poblaciones, etc. Según la ley de las doce tablas, está prohibido desobedecer a los augures, bajo pena de muerte. Parece ser que inicialmente fue costumbre de origen Caldeo, que con el tiempo arte pasó a Grecia y luego a Roma.

Eran varios magistrados cuyo cometido consistía en predecir el porvenir y que, en cierto modo, eran considerados como intérpretes de los dioses. Tuvieron en Roma una veneración sin límites y antes de acometer cualquier empresa, se les consultaba para saber cuál sería el resultado. Gozaron de una consideración ininterrumpida hasta el fin de la República. Entonces cayeron en descrédito, ya que un ciudadano pudo decir entonces: "No concibo cómo dos augures pueden mirarse sin reírse". Se usaron mucho en política para cambiar fechas de juicios y comicios, pues sin su visto bueno, no se podía emprender ninguna tarea oficial importante, ni siquiera militar.

Ejemplo de mal augurio: 4 relámpagos por la derecha y una lechuza chillando.

Arúspice (en la imagen de arriba)

La aruspicina (a veces también escrito con “h”: Haruspicina, Haruspices) adquirió una gran importancia en la antigua Roma. Haruspex es una palabra compuesta formada a partir de haru -voz que se presume de origen etrusco y significaría entrañas, exta en latín- y specere : ver.

Los Harúspices o arúspices - de menor importancia que los augures - constituían entre los romanos una clase especial de sacerdotes, y examinaban las vísceras internas de ciertos animales (sobre todo el hígado), emitiendo el llamado auspicio. Este era un sacerdote-adivino que existía entre los etruscos y solían ser extranjeros, que habitualmente provenían de Etruria. Más tarde esta figura (como tantas otras prácticas e instituciones) fue tomada por los latinos o romanos que eran vecinos de los etruscos (asentados en la región de Toscana) y a los cuales terminaron dominando. Los etruscos, a su vez, habrían tomado este oficio y su práctica -la aruspicina- de culturas orientales, más concretamente, de la Mesopotamia asiática. Libros antiquísimos, que se han perdido, recogían este arte de la aruspicina. En los mismos se enseñaba a observar e interpretar un conjunto de fenómenos, en especial el aspecto de las vísceras de las víctimas sacrificadas, consideradas símbolos de la voluntad divina.Un modelo de esta disciplina que nos ha llegado, es el famoso hígado de Plasencia.

Cicerón en su tratado "De la adivinación" expresa lo siguiente: "Habiéndose creído que el arte de los arúspices ejercía una gran influencia sobre la marcha de los sucesos, arte concerniente a la interpretación y expiación de los prodigios, se tomó de Etruria toda esta ciencia".

La aruspicina se denominaba hieroscopia o hepatoscopía, si se limitaba a la observación del hígado y extispicina si se extendía al conjunto de las vísceras (exceptuando el cerebro): corazón, estómago, hígado, intestino, pulmones, bazo, riñones y útero).

Cada una de estas entrañas, que se hallan en el medio del cuerpo del hombre o de otros animales, son consideradas espejo del orden cósmico en su funcionamiento. Pueden pensarse también a la manera de un libro cósmico. En este tipo de adivinación dentro de la tradición europea se han establecido correspondencias entre los riñones y Venus, el hígado y Júpiter, el bazo y Saturno. A su vez, teniendo en cuenta las energías, el corazón es el centro simbólico de la espiritualidad, los pulmones de la intelectualidad, el hígado de la vitalidad, etc.

Otros tipos de adivinación:

La especialización del arte adivinatorio fue tal, que surgieron innumerables mecanismos para captar la voluntad de los dioses, como la fulguratura o keraunoscopia, que se ocupaba de los rayos o los pullarii, que observaban a los pollos sagrados.

No hay comentarios: