13/4/11

La Cumulatio.

Los romanos republicanos, tenían muy clara una idea en su cabeza: No querían bajo ningún concepto el volver a los tiempos en los que Roma estaba gobernada por un solo hombre, que tenía en sus manos todos los poderes: Político, judicial, militar y religioso.

Al principio, Roma era gobernada por reyes justos, que escuchaban a su pueblo, como Servio Tulio, el gran legislador o Numa, reformador religioso (en la imagen de la moneda a la derecha, junto a Ancio Marco). Pero cuando Tarquinio el Soberbio subió al poder, los romanos sufrieron en sus carnes la cumulatio de poderes que le habían dado al rey: Tarquinio usó la violencia, el asesinato y el terror para mantener el control sobre Roma como ningún rey anterior los había utilizado, derogando incluso muchas reformas constitucionales que habían establecido sus predecesores. Rey se convirtió en sinónimo de tirano para los romanos.

A pesar de que en la época en la que se desarrolla el vivo es muy lejana de aquellos tiempos (Tarquinio se dice que murió alrededor del 495 a. C. y el vivo se desarrolla en el 50 a. C.), el recuerdo negativo de los tiranos seguía vivo e incluso se había arraigado más profundamente, convirtiéndose en parte de la ideología de todo buen romano. A esta niebla del tiempo, como la que nubla la visión de los humanos comunes de la Iliada, se añadía la pérdida de toda la documentación de épocas anteriores al 390 a.C., momento en que los galos, saquearon Roma. La leyenda era más cercana a lo que creían los romanos, que a la propia realidad del Regnum Romanorum.

Por ello, erigieron estatuas a la gens de Bruto, que se libraron del último rey, el tirano Tarquinio. Para asegurarse que ningún romano acumulaba demasiado poder, todos los cargos fueron colegiados, incluso los religiosos y los consulados (cargo más importante políticamente en Roma) eran compartidos por dos hombres y se cambiaban anualmente. Se dividieron en multitud de magistraturas, las múltiples funciones acumuladas por el rey y se conformó poco a poco el actual cursus honorum. El derecho a votar para elegir a los cargos políticos se convirtió en algo de gran prestigio, signo indudable de la ciudadanía romana.

Todo ello, se hacía para evitar la denominada cumulatio o acumulación de poder en un solo hombre. Por ello, los Senadores optimates tienen tantas reticencias a las últimas actuaciones de César, ya que ha obviado las órdenes políticas del Senado, tiene gran poder militar y es el mayor cargo religioso de facto (Pontifex Maximus).

Hasta el mismo César o su sucesor, Octavio, intentaron mantener la ilusión de la continuidad de las magistraturas y del status quo, para no violentar en exceso la ideología de los romanos. Nunca fueron denominados Emperadores ni Reyes: César fue Dictator y Octavio, Princeps.

Sobre los tiempos de la Monarquía:

http://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_de_Roma

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