En teoría el romano se enorgullecía de llevar una vida austera e intentaban mantener esta fachada, quizá por ello, las puertas y exteriores de las Domus romanas eran bastante sobrias. A tal extremo llegó la ostentación de los romanos que ya en tiempos del Dictator Sila, se promulgaron leyes antisuntuarias, que se fueron repitiendo a lo largo del tiempo.
Pero eso no arredraba a los ricos potentados que deseaban gastar su dinero en elementos de lujo y arte, siendo muy relevante la decoración e interiores de las casa romanas. Ejemplos de estos elementos ostentosos eran:
Tejas multicolores sobre los dinteles, cocidas por artesanos de Aretio.
Estatuas griegas de divinidades o copias de las mismas. El preferido era Fidias, pero había muchos más.
Vasos de cerámica de Corinto.
Esplendorosas fuentes en el impluvium (patio central con un estanque en las domus romanas).
Una villa en Bayas, cerca de la playa o un “horti” a la orilla del Tíber eran también elementos que distinguían a unas familias de otras. Los horti eran una mezcla entre jardín y centro de relax del patricio para tomar baños de mar. Por supuesto, si la residencia habitual estaba en el prestigioso barrio del Palatino, era un signo de prestigio. El Palatino fue el barrio elegido por los más ricos, debido a que estaba cerca del Foro y a la vez se elevaba por encima de las pantanosas tierras de los valles de Roma. En esta época las insulae, grandes fincas de apartamentos, se habían ido eliminando de la zona, siendo sustituidas por ajardinadas domus. Algunos vecinos famosos del Palatino son Cicerón, los Metelo, los Clodio Bello e incluso Craso, ahora fallecido.
También se podía acudir a famosas termas fuera de la ciudad, que eran verdaderas ciudades balneario como la de Albula.
No sólo en las casas se veía el lujo. Los alimentos también podían llegar a serlo, como el afamado vino de Falerno, o el de Recia (el favorito de Octavio).
Era muy conocida la pasión del recién fallecido Hortensio, el gran abogado y orador, por la comida y la bebida de calidad y dio en herencia a sus herederos una gran bodega valorada en varios miles de sestercios.
El número y calidad de los esclavos de la casa, también distinguía a los más favorecidos por al Fortuna. Eran famosos ciertos secretarios de políticos tan reputados como los de César o Cicerón, cocineras como la de Ático o artistas en casa de Mecenas.
El caminar en Roma, hasta después de las reformas de César y Augusto, era una tarea delicada, no sólo por la tendencia natural de la zona a formar cenagales, sino por el barro que corría por las ciudades, los desperdicios provenientes de casas y mercados, heces animales, etc. Por ello, casi nadie de la clase más alta andaba por las calles, se utilizaban literas o sillas de mano, que iban aumentando en tamaño, nº de esclavos porteadores y lujo de los decorados que ostentaban. Una vez llegados a su destino, descendían por unas escalerillas o con ayuda de las espaldas de sus esclavos. Era común el ofrecer a los invitados distinguidos un lugar a la entrada a la domus y un esclavo para lavarse los pies.
La cultura y el arte completaban la dotación de una casa noble. En este ámbito destacaban las domus de Fausto, Ático y Mecenas, aunque las bibliotecas de Catón y Cicerón no dejaban indiferente a ningún visitante.
Por supuesto, el atuendo era una parte vital del lujo y servía para indicar el estatus social y la posición económica y política. El púrpura fenicio era famoso para teñir las ropas de los más adinerados: Senadores curules, matronas ricas con más de 3 hijos, togas pictas de los Triunfadores, etc. Para haceros una idea del coste de este valioso tinte, os comentaré que eran precisos más de 10.000 moluscos Murex brandaris o trunculus (una especie de canailla) para elaborar un solo gramo de púrpura, sin contar el caro viaje por mar y la multitud de intermediarios precisos para su compra en los bulliciosos mercados de la capital.
La gente pensaba que eras aquello de lo que te vestías, hasta tal punto que cuando Marco Antonio se disfrazó de “esclavo” para salir discretamente de la ciudad, tras su fracaso en el Senado, nadie pensó que era él y escapó sin problemas.
Por ello es muy importante el atuendo que llevéis el día del vivo. Es inconcebible que un esclavo o un legionario vayan mejor vestidos que su dueño o su general. Además, la posibilidad de elegir entre varias opciones por parte de alguno de los personajes, que tienen varios cargos, dirá mucho de sus intenciones al resto de personajes. Las damas no han de descuidar sus peinados y complementos, pero los hombres tampoco.
No olvidéis que habrá un premio para el mejor disfraz de chico y chica, que sumados a los puntos obtenidos durante los juegos, hará que aumente (o no…) vuestra influencia para la votación final. El premio no será a lo lujoso del traje, sino que es una valoración de conjunto de la caracterización del pj, desde los pies a la cabeza, el saber llevar el disfraz y sobre todo, lo adecuado que es al pj, para que los esclavos y gente con ropajes menos vistosos, tengan oportunidad de ganar estos puntos.
2 comentarios:
Hola!!
Bueno, en ésta época, ¿cual era la diferencia entre ostentación y vulgaridad? o lo que, en terminos modernos y para simplificarlo, ¿cual sería el equivalente romano a la diferencia entre una boda de una familia real europea aleatoria (ahora que están de moda) y la boda de Farruquito?.
Como patricia me preocupa llevar poco o llevar mucho (las dos cosas son malas, aunque supongo que siempe es mejor llevar poco)... así que, ¿es de buen gusto eso de ir recargada de joyas?.
Otra pregunta (que no se si es correcta en esta entrada, pero que podría considerarse ostentación): en el tutorial sobre el disfraz había una sección dedicada al maquillaje. Si una lo sigue...esto... creedme, no queda bien según los cánones actuales. ¿Pensais maquillaros todas así? Es que solo os recuerdo ese momentazo del primer capitulo de la serie Roma, cuando le presentan a Pompeyo una Octavia "maquillada"... o algo parecido.
A nivel del vivo, ¿pensais maquillaros de esa forma? Es que... si todas vamos igual, vale. Mapunto a un bombardeo, todo por la causa. Pero si una va así, y es la única, puede quedar un poco raro.
Y, por último, a nivel histórico, ¿sabeis si era decoroso que una patricia se maquillase tanto?. Por ejemplo, en la edad moderna se criticaba mucho a las mujeres que lo hacían, pero no recuerdo si hay algo escrito sobre la época romana...
Venga, mil besos!!
Te pondré un ejemplo: Una joya de verdad y una copia de bisutería, o un vestidito de Zara y un Dior. Exteriormente podrían dar el pego, pero el que entiende, sabe que no son iguales. Las prostitutas romanas iban vestidas con ropas coloridas, joyitas y pelucas hechas de pelo de bárbaras, pero se las distinguía perfectamente de una matrona romana, incluso de las más picantonas.
No tengas miedo en ir de choni (sé que te mola...), pq en fiestas, los romanos eran bastante recargaditos.
Respecto al maquillaje, recomenrdaría un término medio: NI tan esperpento como Octavia en la escenna que mencionas, ni maquillaje moderno. Tal vez una base de color claro, coloretes un poco a lo Heidi y negro en los ojos. De todas, formas, como nos disfrazaremos juntas, lo veremos in situ.
Aunque es bien cierto que la ropa clasificaba socialmente a las personas, la forma de llevarla, también era importante.
No sé nada concreto sobre excesos en el maquillaje, pero por extensión y considerando las leyes suntuarias de Sila, Augusto, etc. y lo mal vistas que estaban las orientales, que se solían decorar generosamente...daría por sentado que no estaría demasiado bien visto para una digna matrona el ir pintada como una puerta. Tú misma. Pero repito: es una fiesta, no es un día cualquiera (aunque en Roma casi todos los días eran festivos, jeje).
P.
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